jueves, 22 de octubre de 2015

El placer de sentirse orgulloso de uno mismo


En un día en el que la luz lo inunda todo y no únicamente por el fantástico sol que brilla sobre nuestras cabezas, también por la luz en forma de solución a un problema que llevo arrastrando en los últimos años y que tenía complicada solución. En un día como hoy reflexiono y pienso, que en esta durísima y larguísima prueba, he dado la talla sin faltar en ningún momento a mis buenas costumbres. 

Muchas veces a lo largo de este periodo me decía a mi misma, que tenía todo el derecho del mundo a rendirme y tirarlo todo por la borda, ya que existían razones de peso para hacerlo, pero nunca lo hice, Nunca miré hacia otro lado cuando alguien se cruzaba en mi camino demandando una palabra amable o simplemente un abrazo de consuelo. Nunca durante estos años falte a mi cita con mi sanador running, y digo sanador, ya que cada cita diaria con este amante en forma de deporte que tengo, suponía encontrarme con mi espíritu que aparecía clarividente cuando mi cuerpo se sometía al esfuerzo supremo de la mejora atlética, y que justo en ese preciso y precioso momento, Dios al verme tan vulnerable y desarmada por tamaño esfuerzo, aprovechaba para hablarme a su manera y calmarme, además de rellenar mis depósitos de fe y decirme que no pasaba nada, que había que seguir luchando, y yo claro está, le hacia caso...

Día a día, una semana tras otra, mes a mes, año tras año, LolaCorre, corría...Hasta el dia de hoy, que parecía que no existiría...

Hay tantos matices en esta experiencia, que pienso necesitaría varias vidas para contarlo.

Si hay alguien a quien le interese esto, únicamente decir, que nunca, nunca y pase lo que pase tenemos que perder nuestras buenas costumbres.

No me importa en absoluto que en esta declaración de orgullo, alguien piense que soy creída o similar, ya que la verdad en mi experiencia vital, si que me considero la protagonista del show, ya que al fin y al cabo, la que vive mi vida soy yo, al margen de que pienso que lo que piensen los demás de mi, no es de mi incumbencia.

Finalizar diciendo:

Gracias DIOS, te debo una, y gracias a esos angelitos que me rodean y aparecen de repente ya sea en la tienda o vía whatsapp, vosotros sois el oráculo perfecto.

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