lunes, 24 de agosto de 2015

Arancha & Lola: dos amigas que comenzarón siendo rivales

No tengo constancia de la primera vez que ví a Arancha, me parece recordar que fué en una San Silvestre de Cercedilla, pero no lo recuerdo muy bien.
En mis primeros años como corredora popular yo no estaba muy en contacto con lo que era ir rápido, me refiero a cronos etc. salía a todo lo que daba y llegaba hasta donde me decían que había que llegar. Hacía pódium pero en ese momento no lo valoraba. Pienso que le faltaba el respeto al running, ya que nunca pensé que era tan difícil como lo pienso actualmente ¡qué inocente! y que indecente...
Dicen que la información nos hace libres pero a mi en cierta manera, me ha apresado ya que debo reconocer que me he convertido en una esclava de los ritmos, debe ser por mí yo-bailarina, al que no le gusta salirse de las cuentas de la música.

Siempre tuve la sensación de que Arancha sabía quíen era yo y en un tiempo me tuvo como referencia a ganar, pero yo en mi "happy-flower" running ni me enteraba, de todas maneras esto es y me reitero, una percepción mía.

Mi primera toma de contacto con ella, por llamarlo de alguna manera, ya que aquello fué mas bien un choque de trenes que otra cosa, se produjo en una carrera del Rock&Roll. Yo luchaba por la tercera posición absoluta y en la línea de meta ya pisando la alfombra, esta mujer apareció como una exhalación. El speaker de la prueba, gran amigo mío, me estaba anticipando de la llegada de Arancha, pero yo en mi mundo musical, no escuchaba nada ni sospechaba que esta corredora venía dejándose la piel para arrebatarme "el bronce", de hecho me acerqué a felicitarla pensando lo había hecho, pero me obvió, aunque sinceramente, pienso fue una reacción sin mala intención fruto del cansancio supremo al que se había sometido esprintando los últimos metros. La sorpresa y el lío comenzó, cuando el speaker paso los resultados del chip y dieron como tercera clasificada a Lola Chico. En este punto no voy a ahondar, pero sus acompañantes y los míos se enzarzaron en una desagradable discusión, en la que afortunadamente ni ella ni yo intervinimos. Yo me recuerdo sentada en un poyete de piedra, rendida ante aquella difícil situación que reconozco me superaba.
Nos volvimos a encontrar meses después, un primero de enero, en La Carrera del Roscón, las dos en igualdad de condiciones, ya que la tarde anterior habíamos participado en la San Silvestre de Madrid e íbamos muertas. Recuerdo que en la linea de salida nos deseamos feliz año y suerte en el duelo que se iba a producir justo después del disparo de salida. Salimos las dos como balas y nos distanciamos un mundo del resto de competidoras. Recuerdo coger yo la cabeza y ella arrebatármela un par de kilómetros mas tarde, para yo lanzarle un órdago en la última curva donde ya se divisaba el arco de llegada. Me aguanto muy valientemente mi tentativa y me ganó. Fué realmente un final emocionantísimo donde nos abrazamos y no con los brazos, sino con el corazón, ya que habiamos sufrido limpiamente las dos. Su marido el gran atleta Juan Cuadrillero nos recibió emocionado, diciéndonos que nunca había visto nada igual y creo que esas palabras para mi fueron mi mejor trofeo ya que venían de un corredor con gran y reconocido nivel.

Mas adelante seguimos cruzándonos las dos en innumerables pruebas, la justicia atlética se fue imponiendo poco a poco y la fue colocando a ella por delante, pero curiosamente y digo esto sinceramente, nunca me ha molestado, todo lo contrario, me gusta la gran capacidad que hemos tenido las dos para aparcar en un momento dado nuestras diferencias atléticas y hacernos amigas.

Creo que lo que más nos une, es nuestra auténtica pasión por correr y si es rápido mejor que mejor. A ninguna de las dos nos gusta el marujeo-running y sabemos que cuando quedamos, vamos a darle "zapatilla" al tema; aquí no se queda para entrenar y se termina holgazaneando y tomando café en el bar, aquí se queda como lo hemos hecho hoy a las 06:30am en la puerta de mi casa para subir a Peñalara a darlo todo y digo todo  porque precisamente hoy nos ha sorprendido la climatología y casi nos quedamos hipotérmicas ahí arriba. Pero como las dos conocemos la dureza de "la otra", no se ha mediado palabra, bueno sí, ya en el rápido descenso, se me ocurre preguntarle si ella también tenía agua en los ojos y no los podía cerrar, ahí me suelta: "bueno, yo tengo escarcha" y a mí me ha entrado tal ataque de risa que nos hemos tenido que parar a reír a pesar de la bajísima temperatura.

Que felicidad sentirse entendida sin mediar palabra, además adoro su discreción, no me ha hecho ni una pregunta sobre temas por los que actualmente estoy muy sensibilizada y ni ella se imagina lo que yo puedo valorar y agradecer su prudencia.

Yo no soy una mujer de amigas y menos en el running, ya que como siempre menciono, me gusta correr con música y no es muy compatible con la compañía.

Bueno y aquí concluyo mi pequeño relato sobre nuestra amistad. Para Arancha Redondo del Corral, una buena amiga que va en zapatillas por la vida.


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