lunes, 7 de septiembre de 2015

Mi miedo, Claveles y yo



En el micro-mundo de cada uno de nosotros se suceden infinidad de acontecimientos, pero sobre todo se suceden los infinitos pensamientos: unos más intensos, unos más gruesos, otros débiles, otros fuertes…Priman y se reiteran los asociados a traumas y a miedos que también coincide con que son los más oportunistas y desgastantes. Durante más o menos un mes he tenido uno de esos últimos que menciono rumiando en mi cabeza. Tiene que ver con las últimas dos veces que he cruzado la cresta de Claveles, donde he sufrido pequeños ataques de pánico. A lo largo de estas semanas y después de reflexionarlo mucho, decidí que la solución era enfrentarme  cogiendo al toro por los cuernos y acercarme solita, ya que las dos últimas visitas iba acompañada, afrontarlo con tranquilidad y sin miedo.
Pues llego el día y no iba a recular, al fin y al cabo si decido no cruzarlo me bajo al canchal y punto, así que relax.
No quiero preparar nada el día anterior, cuando me levante veo como me siento y así me visto. 
5:45 suena el despertador y ¡qué pereza! tiene que hacer un fresco ahí arriba que pela, pero vamos. Pongo el pié derecho en el suelo, superstición positiva, y me pongo vertical. Flexor de la pierna derecha contraído, ya se me pasará cuando ande un poco. No tengo hambre pero voy a desayunar algo. Mi atuendo para hoy: short HH amplio, top con bolsillo para poder llevar móvil y camiseta con manga larga. Cuando me observo en el espejo y me veo de blanco me pregunto: ¿será que me voy a morir hoy? me veo tan inmaculada…me rebato a mi misma y me digo que, qué tonterías pienso a estas horas de la mañana. Recuerdo en una de mis etapas como bailarina en NY, en la que  volaba prácticamente todos los días , siempre pensaba que en cada vuelo me iba a estrellar y cuando esto sucedía me miraba la línea de la vida de mi mano y me consolaba verla tan larga…Hoy no me la he mirado, pero he pensado que todavía me quedan muchas cosas por hacer y conseguir. 
Me meto en el coche y cruzando el pueblo veo “los restos de serie” de las fiestas, que pérdida de tiempo y de salud, pero imagino que tienen que quemar esa etapa, como lo hemos hecho prácticamente todos. 
Ya en parking de Cotos y no me quedo nada en el coche, ya que si no, cambio de opinión. Salgo rodando desde el coche y “parriba”. Me gustaría bajar de 00:46 minutos hasta el vértice, pero no va a estar fácil, ya que estoy mala y tengo el hierro por los suelos, pero lo voy a intentar.  No pinta nada mal, voy a ritmo…y tengo una sensación rara, no es desagradable pero voy como un poco colgada, y no he tomado ninguna sustancia óbice de sospecha, creo que es un cuelgue hormonal saludable ¡voy a aprovecharlo!

Es la primera vez que hago esto sin compañía, pero no me siento nada sola y eso que solo está Dios. 
El primer tramo lo he superado con éxito sin dejar de correr, este segundo que viene, que por cierto es súper corrible, es el que más se me atraganta, pero yo no sé si es porque hoy no siento nada, se me está dando “de vicio”.

Debe de haber ganado cerca ya que veo excrementos fresquísimos, y me digo a mi misma: “mierda” que en el mundo del espectáculo es suerte. El significado de esta palabra procede, porque antiguamente en los caminos que llevaban a los lugares donde se celebraban las representaciones circulaban carruajes tirados por caballos y los feriantes/actores cuando veían mucha caca de caballo por los senderos, sabían iban a tener una “buena entrada”.

Ya veo a las vacas pastando tranquilamente y aquí justamente pierdo el sendero pero me oriento bien, esta es la zona de las piedras en punta y tarde o temprano el sendero “se manifestará”. Ya estoy “back in track” ya no hay perdida, veo los hitos, que para mí son como las libélulas, portadores de buenas noticias. ¡Qué bien me siento! y ni bola a mi pensamiento de miedo con la travesía de Claveles, estoy realmente enfocada con llegar a cumbre con un buen registro, and…I´m dancing with the stones!!! Que fraternal mi runnig, que soy hasta amiguísima de las piedras, las salto como si nada, hasta esas que son laminadas y fastidiosas ¡que suertuda soy de sentir todo esto!

Ya estoy cerca de cumbre pero con esta cima siempre me sucede lo mismo, que parece que llega y nunca lo hace. Estoy en 00:45 ya oteando el vértice, pero aunque haga el sprint de mi vida no bajo de 00:46, da igual me siento pletórica con las magnificas sensaciones hasta aquí. Stop GPS y 00:47 que es un crono dignísimo, estoy contenta.



Voy con la segunda parte:

Después de la sesión fotográfica que me he tomada aquí arriba alargando lo irremediable, viene lo que me ocupa principalmente, Claveles. Lo miro desde la distancia y sinceramente me da auténtico pavor y que conste no es por dramatizar este escrito, es que es cierto, el grosor que ha tomado esto. Recuerdo las primeras veces que hice la travesía, no sentí miedo alguno, pero en los últimos tiempos de tanto escuchar lo delicado que dicen que es, me he contagiado, hasta el punto de llorar la última vez que lo cruce.
Bueno apago la música, sinceramente mas como muestra de pleitesía que otra cosa y desciendo. Qué sorpresa tan bonita y agradable encontrar en mi camino a cabras salvajes, que es la primera vez que veo tan cerca y en esta zona. Que adherencia deben tener en esas pequeñas pezuñas que sujetan tan potente cuerpo, además me encanta esa especie de silbido que emiten. Paro a fotografiarlas y sigo. He llegado y comienzo a atravesar las rocas. Mi paso es seguro pero tengo tal nerviosismo que se me ha secado la boca, así que bebo de un cuenco de agua de lluvia que se ha hecho en la roca. En la zona en la que estoy no hay peligro ninguno, esta todo protegidísimo. Mi afán es encontrar esa roca que tanto miedo me da, y voy en su busca ya que es lo que me ha traído hasta aquí.


Me tranquiliza sobremanera el solazo y sobretodo que no corre ni una brizna de aire, hostilidad cero en el ambiente y soy muy consciente de todos estos pequeños pero importantes detalles que trabajo a medida que asciendo.
La veo, y me voy a parar a fotografiarme justo delante de ella. Lo hago y no lo pienso mucho y decido pasarlo por la zona baja, no la voy a pisar, pero cuando he pisado abajo, cambio de opinión y piso justo en la esquina para subir y me siento sobre ella. Razono y pienso, que lo más improbable es que pierda el equilibrio, ya que su base a pesar de estar cortada es amplísima. Saco mi teléfono y me tengo que regañar a mi misma ya que pienso voy a perder el equilibrio manipulando el móvil, y no lo voy a hacer, aunque mi miedo me dice que sí. Me hago el selfie que publico seguidamente y a la vez me hago su amiga y le digo que la quiero y respeto. No me levanto que sería lo suyo, pero continuo camino en cuclillas. No se me han pasado los nervios, pero algo dentro de mi si ha cambiado…




Me digo a mi misma que nada de “relajo” que los excesos de confianza no tienen buenos resultados, así que voy prudentísima y continuo hasta el final como no lo había hecho nunca, lo que sucede es que al final hay una pared, que seguro los montañeros más experimentados bajan, pero yo no, yo estoy muy en contacto con mis limitaciones, así que empiezo a descender por el canchal, ya infinitamente más tranquila pero aún sin música, voy a esperar al sendero cerca de la laguna.

No me gusta mirar hacia atrás, pero hoy a medida que dejaba Claveles giraba para mirarlo de manera diferente, ya nunca más iba a ser mi enemigo, aunque tengo absolutamente claro, que nunca le perderé el respeto, porque sería como perdérmelo a mí misma…

Ya corro, estoy descendiendo como nunca, a pesar de las rocas que nacen del suelo, bordeo la laguna y mi running es de liberación. Tengo calor, voy a parar a quitarme ropa y a fotografiarme con mi nuevo amigo Claveles, al que se le ve imponente desde aquí abajo. Ahora no tengo tiempo que perder, ya que tengo que abrir la tienda. Voy tan rápido, que he sorprendido y asustado a dos caminantes en diferentes puntos. Ya sé que hoy con todas las hormonas revueltas no tengo el guapo subido, pero hombre tan fea no estoy. En unos de esos momentos de velocidad en los que me siento como en casa, me viene a la cabeza un amor que yo tuve, que decía que yo no era una mujer muy relajada, y la verdad es que tenía muchísima razón, gracias a que no soy nada relajada, diría yo más bien de mi misma que soy excesivamente exigente, metódica y disciplinada, corro como corro y me siento como me siento, además ya tiene mucha mujer más "suelta” que yo donde elegir, prefiero quedarme con lo que dice mi amiga Maria Jesús de mi, cuando le cuento mis batallitas, que soy una tía cojonuda, por lo que he luchado y por lo que lucho por TODO. Tengo muchísimas cosas por pulir, pero me gusta como soy y en lo que me estoy convirtiendo con el paso de los años.


Si tuviera que morir hoy y me enterrasen cosa que no sucederá ya que quiero me cremen, en mi epitafio me gustaría que pusiese:

 “Aquí yace una mujer, que siempre hizo lo que le hacía FELIZ y lo que le daba la REAL GANA”

6 comentarios:

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    1. Pedro, yo no soy una ruda montañera, simplemente soy una artista que corre y cuenta sus emociones cuando lo hace. No hay imaginación ninguna, solo emociones...y running

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  2. Preciosas tus palabras y preciosa tú, por dentro y por fuera. Somos como esas piedras que se erosionan con el agua, con el aire, con el paso del tiempo. Lo importante es estar felices con aquello en lo que nos vamos convirtiendo, estar felices en nuestra propia piel. Un besazo

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  3. No dudes en pedirmelo si te quieres poner de pie en esa piedra de Claveles . Bonita entrada

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    1. Definitivamente que lo haré y la saltaremos juntos. Tu eres muy culpable de que yo corra por ahi arriba y de despertar mi pasión por la verticalidad, Mil gracias Pedro.

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