martes, 28 de junio de 2016

TP60 o la literalidad de hacer un sueño realidad


Me voy a cuidar muy mucho en esta entrada de no caer en la épica atlética, ya que es algo que me aburre y detesto sobremanera, especialmente cuando esta nace de mí. Al elegir este, mi objetivo anual, ya contaba con que esta se iba a producir quisiese yo o no, pero no fue algo que me tirase para atrás, ya que tira muchísimo más de mí alcanzar un éxito que el alto precio que haya que pagar por conseguirlo.
Todo comenzó la mañana del  2 de febrero, curiosamente Día de La Marmota y fecha muy especial para mí ya que soy devota de La Virgen de Regla, y este día en el sincretismo religioso corresponde a su homóloga Yemayá a la que yo rindo absoluto respeto. Cuando me desperté después de recordar haber soñado que participaba en la prueba TP60, y encima en el sueño ¡lo hacía bien!, sin pensarlo mucho, envío whatsapp a mi amiga Memphis, compañera de correrías y compañera de "experiencias vitales" muy parecidas, por no decir iguales, a las mías, que se encargó de regalarme por mi cumpleaños 9 de febrero, curiosamente su cumpleaños también, el dorsal para la prueba. En ese momento la maquinaria se puso en marcha, cinco meses para prepararme y afrontar la mayor distancia que hubiese recorrido jamás. Cinco largos meses que se me han hecho cortos, con sus días y sus noches, sus series cortas, largas, con sus desniveles, sus tiradas largas...Días soleados, días de nieve, de amor, desamor, de incertidumbres, problemas, alegrías, pesares...y todo esto cargado en mi mochila de entrenamiento, que al igual que el resto de cosas me facilito mi amiga Memphis, que conmigo se ha portado como una hermana. Y yo que siempre me he quejado de que no he tenido suerte con las amigas, va la vida y me pone a Memphis en el camino, que vale por todas aquellas que no he tenido o que me han fallado. Qué incomprensible y perfecto es muchas veces todo...
Mientras transcurren los entrenamientos, que me han parecido muchas veces "exóticos" por ir cargada con tanto complemento alimenticio, transcurre mi vida, que muchas veces pesaba mucho más que la mochila en si misma. Curiosamente jornada a jornada me convertía en mas resistente, y me gustaba la sensación de afrontar la aventura de no regresar a casa hasta tres o cuatro horas después. ¡Qué afortunada me sentía! cuando me levantaba y miraba hacía La Bola del Mundo y sabia que en un rato llegaría hasta allí por mi propio pie y sin duda alguna de conseguirlo, que es lo realmente poderoso y valedero, y es que la confianza es el mayor salvoconducto que existe para lograr los objetivos. sin olvidar el disfrute de la soledad y la complicidad con uno mismo que es la auténtica "vitamina vital".
Todo ha sido sumar, a pesar del normal ralentizamiento que he tenido en mis ritmos y que muchas veces este ha sido el motivo de frustraciones en otras pruebas en las que he paticipado en estos últimos meses. Pero cuando esta incapacidad llegaba, me recordaba a mi misma que el objetivo estaba más adelante, que hay que perder para ganar, y yo misma me reseteaba en la situación y continuaba camino soñando con la esperada cita.
No puedo pasar por alto los entrenos con Pedro. No, los entrenos con Pedro no se pueden pasar por alto. Con Pedro no se sale a entrenar con un novio, se sale a correr con un serio competidor que no te pasa por alto ni media. Esas Crono-Dehesilla, esas Peñotas, esos Gato-Ratón en los que me hacía  correr hasta la extenuación o si no, me pillaba por detrás diez minutos después de haber salido detrás de mi... No quiero ponerme muy edulcorada porque lo detesto, pero le debo tanto a todos los niveles... Atleticamente me ha abierto no un universo, me ha abierto las montañas que eran unas conocidas mías, pero siempre en las distancia. El me ha llevado hasta ellas y me ha inculcado su pasión y me ha hecho amiga suya. Nunca más he sentido el pavor que sentía antaño cuando pensaba en correr hacía arriba, hasta he generado una inmejorable relación con andar, se puede andar rápido y no se tiene porqué perder tiempo, muchas veces cuesta arriba se avanza más andando. Cuánto te enseña la montaña cuando te dejas y estas afín a aprender. Que estribillo me has grabado Pedro en mi canción atlética: la circunferencia, la visión túnel, el no mires hacía arriba, lee las piedras...

Y la esperada cita llegó el pasado sábado y cuando estaba en el punto de salida de Miraflores, me sentí exactamente igual que en mi primera maratón, cuando desde Verazzano se ve la isla de Manhattan a tomar por...y te preguntas si serás capaz de llegar hasta allí. Y también aparecieron las dudas en los primeros km, ya que tenía tan grabadas las palabras de muchos amigos corredores cuando me insistían en que no me cebase en los primeros km. Tenía tantísimas dudas en el comienzo que me estaban haciendo perder el aire, pero afortunadamente ya en Morcuera se disiparon todas, y en la larguísima pista corrible que me llevó a Rascafria la confianza asfaltera me acompañó a lo largo de los 14km. Fué tanto mi exceso de confianza, que en una de esas confiadas zancadas, me pegué una galleta que me mostró sus efectos colaterales km más adelante. El Reventón se encargó de hacer honor a su nombre y nos puso las cosas complicadas, pero con muchos de nosotros no pudo y después del avituallamiento, Peñalara que se veía tan, tan lejana se acercó un poquito más, aunque únicamente fuese en mi positivo y económico pensamiento. Y aquí es donde se presento uno de esos puntos negros de los que tanto habla la gente. Cuando el terreno se puso corrible para mi, me ví completamente incapacitada para hacerlo, ya que la rodilla derecha se había visto afectada por el súper-galletón: no podía correr... ¿y ahora? ¿que se hace? se retira uno ¿o que? ¿que le voy a decir al pobre Pedro que ya debe estar en Claveles esperando? Qué fastidio perder mi quinta plaza con la arriesgada y valiente apuesta que había hecho de salida...Pues como no sabía que hacer, no hice nada, continué. Muchas veces aprovechaba el adelantamiento de algún corredor para retransmitirle mis problemas, pero manifiestamente estos ya tenían los suyos y no parecía que les importase mucho los míos. ¡Que ironía! estaba deseando que comenzase el ascenso hacia Claveles, ya que subiendo no me dolía tanto. Y corono Claveles y ni palabra de dolores al pobre y entregado Pedro, que se estaba pasando la mañana de un sitio para otro en coche y corriendo, ya bastante tenía la criatura de ser supporter. En este último tramo, me he cruzado con tantos valientes del GTP 110, que mis penas se han convertido en menos, ya que ellos si que llevan camino recorrido, lo mío a su lado es "pecata minuta". No puedo dejar de mencionar todos los "Lola" que escuche, ¡pero cuantísima gente me conoce! fue algo impresionante y que por supuesto llenó mis depósitos de energía. Mi descenso hasta Cotos, tan patético que ni siquiera digno de mención, pero llegué. Al poco de estar "repostando" dos corredoras siguiéndome, así que "me las piro" a medio avituallar y enfilo hasta El Noruego, que quizás era el punto de la carrera más temido por mí. En el primer repecho, ya le veo la cara al agotamiento sufrido durante los 48km anteriores, pero el grito de Pedro de ¡ojo! y mi enferma defensa de mi quinta plaza, tiran de mi "parriba". Me meto en ese túnel del que me habla tanto Garmendia y ni siento ni padezco, hasta me estoy asustando de mi misma con esta frialdad mental que me invade. Siento la silenciosa hostilidad del noruego, hostilidad que hace confundir mi sudor con las lágrimas que caen de mis ojos, y estas no son lágrimas de cansancio físico, son lágrimas de cansancio vital, la dureza me esta sometiendo a un primer grado, Estoy convirtiéndome en Pepito Grillo de mi misma. El Noruego me traslada a mi primer día de colegio con tres años; una vecina le hizo el favor a mi madre de llevarme y con la emoción de ser el primer día de cole de su niña me dejo sin querer en la puerta y me quedé allí sola en la calle llorando. Uno de esos ángeles que aparecen continuamente en mi vida, me cogió y me llevo para dentro con el máximo cariño. Ángeles como los que aparecen en forma de Memphis, Pedro, Bettina que antes de dejar de ser directora del mejor estudio de danza del mundo para comenzar una prometedora andadura en Wall Street, consideró que Lola Chico una extranjera muy trabajadora sin papeles, debía formar parte del staff del estudio y se paso a inmigración por el forro, para que yo me abriese camino en NY como maestra de jazz. Se las apaño para contar con otro ángel llamado Aixa que me cedía su número de SS para que yo pudiese cobrar. Y El Noruego sigue haciendo de las suyas y los fantasmas se burlan de mi sacándome la lengua, pero ¡paso!, mis ángeles ya han sacado sus arneses y me hacen ir enfocada sin perder ritmo entre corredores cadaveres, que vagan como zombies entre las sueltas y secas rocas. Me grito silenciosamente ¡que yo soy Lola Chico! que hace unos años me fui a operar sola de una gravísima dolencia por no molestar a mi entorno y no solo me curé, sino que salí reforzadísima de la experiencia.
Llego a Bola y ver a Jimmy Trail me hace cambiar registro, ¡no más llanto! además hay un corredor que ha decidido unirse a mi y ahí vamos los dos compartiendo el ya mas cercano sueño de la meta. En Emburriaderos, Pedro me sorprende una vez más, y esta vez lo hace de verdad, ya que aquí no me le esperaba. Enfilamos el sendero hacía abajo pero ya estamos en las "últimas de Filipinas", corremos por sistema, o por lo menos yo, que no tengo rodilla derecha ni tobillo izquierdo, así que si tengo que ponerle nombre a esta técnica bajada le pondré el calificativo de paranormal, ya que no la baje yo, hubo "algo" que la bajo por mi...
Ya estamos llegando al control de La Barranca y seguimos rodando por sistema, y en esta inconsciente forma de correr, me relajo y vuelvo a tropezar y caerme y esta vez si que pensé que todo se acababa, esto es la estocada final ya que me he hecho auténtico daño en el muslo derecho. Mi anónimo acompañante me da la mano y me levanta diciéndome que no pare que si lo hago no voy a poder iniciar la carrera, así que me dejo llevar y empiezo a avanzar como puedo sin levantar mucho la pierna del suelo, pero ya huele a meta y en los últimos kilómetros, Marian y Pedro, regalándome el último gel en forma de ánimos que me llevan hasta Navacerrada, y tantos Lolas de nuevo...
Esos eternos últimos metros que se corren con el corazón y de los que todo el mundo habla...
Y piso la alfombra azul, cruzo el arco...y Pedro, David, Isma, Felipe...y Lola Chico ese anciano espíritu metido en un cuerpo privilegiado, regalo que le ha hecho Papá Dios para que pueda desenvolverse y defenderse en esta existencia y poder conseguir todos esos objetivos que la van a hacer crecer, mejorar y evolucionar, le pese a quien le pese. Lola Chico, una mujer que consigue todo aquello que se propone, porque pase lo que pase, no se rinde y no le asusta ni el precio, ni el trabajo, pero sobre todo consigue sus éxitos porque el cielo tira de ella y ella se agarra fuertemente a él...

Y parece que al final si que me he puesto épica y edulcorada, pero la ocasión lo requería.

No sé si repetiré experiencia, ya que continúo bajo los efectos del post-carrera, y he aprendido a vivir justo en el momento en el que estoy, y sobre todo a no hacer planes, pero esta vivencia es totalmente recomendable, solo un pequeño detalle, debéis tener vuestras estrellas y planetas alienadas para salir en el sorteo, ya que correr el TP60 o el GTP110 es de elegidos...

¡Gracias Memphis! de los mejores regalos de cumpleaños que he tenido jamás...




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